.

hora de replobar

jueves, 22 de abril de 2010



La perdiz roja, la pieza reina de la caza menor, merece toda nuestra atención, como cazadores y como gestores del medio en el que desarrollamos nuestra actividad. En este artículo damos, en base al estudio realizado por los expertos, las claves para las repoblaciones de las patirrojas en nuestras áreas de caza.

El método de repoblación más utilizado a la hora de intentar reforzar las poblaciones naturales de perdiz roja consiste en la suelta, en época estival, de pollos de perdiz roja de entre 2 y 5 meses de edad, siguiendo las recomendaciones de diferentes autores como LERANOZ y CASTIEN (1989) tras un completo trabajo realizado en la provincia de Navarra, o CAPELO y col. (1996) en Portugal. Las enormes diferencias existentes entre los diferentes hábitats en que se han realizado estudios de este tipo, justificaba la necesidad de emprender una experiencia similar en otro medio tan representativo para la especie como es el que nos ocupa: el ecosistema agrocerealista, que supone prácticamente 1/5 de la distribución espacial de la perdiz roja en la Península Ibérica.
Ningún animal de granja llegó con vida a la época reproductiva siguiente, con lo cual no pudieron incorporarse al plantel reproductivo de la finca.

Por ello, los primeros estudios realizados por nuestro equipo sobre repoblaciones de perdices controladas con equipos de radioseguimiento se basaron en la utilización de animales jóvenes entre los meses de agosto y noviembre (PÉREZ y col., 2004), durante tres años consecutivos, tratando de evaluar, además de su capacidad de supervivencia, sus posibilidades de integración en los bandos de perdices autóctonas, todo ello en una época en que se produce la formación de bandos a partir de las nuevas polladas existentes en el campo.




Dispersión y área de campeo

Observamos que, desde su puesta en libertad, los movimientos de los pollos de granja fueron muy reducidos en comparación con los registrados para los silvestres, de modo que su dispersión media apenas alcanzó los 470 m, con una dispersión máxima individual de casi 1750 m (Gráfico 4). Además, las primeras mostraron sus mayores desplazamientos en días inmediatamente posteriores a la suelta, de modo que en cuanto llegaban a un sitio en el cual encontraban alimento fácil y cierto nivel de protección, las localizaciones de estos animales prácticamente no sufrían modificación alguna. En consecuencia, sus áreas de ocupación fueron de escasa superficie (poco más de 9,5 has de media) (Gráfico 5).

Gráfico 4: Dispersiones (en metros) de perdices con distinto origen.

Sin embargo, las perdices silvestres mostraron un movimiento continuo por su área de ocupación, con unas dispersiones media (1194 m) y máxima (3880 m) que casi triplicaron a las registradas para las de granja (Gráfico 4), lo cual se refleja, también, en unas mayores áreas de campeo (Gráfico 5).

Gráfico 5: Áreas de campeo (en Has) de perdices con distinto origen.

Comportamiento social y éxito reproductivo

Pese a que algunos autores optan por las repoblaciones con pollos de granja porque observan que se unen a bandos silvestres, en nuestro caso ningún ejemplar se integró en bandos. Aunque es cierto que cuatro de ellos los localizamos, en diferentes ocasiones, en las cercanías de polladas silvestres, una vez que estas emprendían la huída, se quedaban solos, de modo que en localizaciones posteriores ya aparecían aislados.

Perdiz predada por carnívoro, con plumas mordidas, huesos rotos y marcas de dientes en la antena.

Sí que se observaron con frecuencia asociaciones de 2-3 pollos de granja, a modo de bando, pero siempre se produjeron en las inmediaciones de las instalaciones de mantenimiento de otras perdices, con lo cual no pudimos comprobar si era una asociación como tal o sólo coincidencia en una zona de elección para estos animales, puesto que cuando emprendían la huída lo hacían por separado.

Como hemos visto anteriormente, ningún animal de granja llegó con vida a la época reproductiva siguiente, con lo cual no pudieron incorporarse al plantel reproductivo de la finca.

Perdiz predada por predador aéreo, con plumas arrancadas limpiamente y huesos descarnados.

En el caso de los pollos silvestres, todos ellos se integraron en bandos y, lo que más llamó nuestra atención, tanto en sus bandos de procedencia como en otros diferentes, e incluso constatamos, en diversas ocasiones, fue el intercambio de individuos entre bandos que compartían parte de sus zonas de ocupación. De todos ellos, 8 llegaron con vida a la siguiente estación reproductiva y 5 se emparejaron, si bien, debido al agotamiento de las baterías de los collares, tan sólo pudimos comprobar que 2 de ellos llegaran a incubar.

Labels:

0 comentarios:

Publicar un comentario