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LAS REHALAS.

jueves, 22 de abril de 2010


LAS REHALAS
EL ARTE DE CAZAR CON LA AYUDA DE LOS PERROS

Existen muchas formas y maneras de realizar el arte de la caza, pero hay una en particular, que se desarrolla con la ayuda del mejor amigo del hombre, el Perro.

No vamos a descubrir nada nuevo de este animal, enumerando sus múltiples características y cualidades, pero si podemos hacer una pequeña introducción en una faceta de la caza, la cual sin la ayuda de este, no sería lo mismo.

La utilización del perro para cazar, no es algo moderno o actual, todo lo contrario. Existe documentación suficiente como para saber que la caza se realizaba desde que se conoce la existencia del hombre, y que este se ayudaba de perros. Hoy en día, se sigue empleando la mismas técnicas de caza que realizaban nuestros antepasados, pero, el papel que esta desarrollando el avance tecnológico, hace que cada vez la caza sea mas sofisticada y, si me lo permiten, artificial. Un ejemplo de que la tradición no deja pasar a la tecnología, son las rehalas; su definición obtenida en el diccionario es: “ jauría o agrupación de perros que se utilizan para la caza mayor ”, aunque no siempre se emplee para este tipo de caza. Lo cierto es que hoy estamos un poco mas familiarizados con esto gracias a los medios audiovisuales, que nos han podido aportar imágenes como la caza del zorro en el Reino Unido, en la que se sigue conservando la tradición en la forma de vestir para practicar la caza, como la utilización de los perros para la práctica de la misma.

Pero, ¿qué tipo de perros se utilizan en las rehalas?. ¿Qué características han de tener? ¿Cuántos perros se utilizan?

Dentro de las rehalas, se han de diferenciar dos tipos de perros, los rastreadores y los de agarre. Cualquier perro con un poco de adiestramiento, puede hacer estas dos funciones, pero hay varias razas, que realizan este acometido mejor que el resto, por sus características

Dentro del variado grupo de perros rastreadores, hacemos una mención especial a los sabuesos, considerados como los mejores rastreadores que existen; son magníficos y muy constantes en su labor de localizar caza. En su defecto, indicamos que es algo “tozudo”, pero no quita a que desarrolle mejor que ningún perro, la labor mencionada. Los podencos, ibicencos y mastines, formarían un grupo inmejorable como perros de agarre, atosigando a la pieza encontrada e incluso atacando con sus potentes dentaduras a los animales. Con todo esto, podemos decir que una rehala, idónea, estaría compuesta por un mínimo de 6 perros y un máximo de 25, variando el número dependiendo del propietario de la misma. También pueden intervenir mas rehalas en la misma cacería, dependiendo de la caza a efectuar y del número de cazadores.

Y para comprobar como trabajaban los perros en una montería, nos han dado la oportunidad de participar en una realizada en la provincia de Segovia, donde ha crecido el número de jabalíes considerablemente.
Desde muy temprano, fueron llegando los cazadores y las rehalas. El ladrido de los perros con ganas de empezar su búsqueda, y el frío que helaba las caras, hacía sentir un “gusanillo” en el cuerpo, y entre cafés calientes de termo y algún dulce, esperamos a que se realizara el sorteo para adjudicar los puestos; una vez realizado el sorteo, nos dirigimos al asignado. Vivimos momentos emocionantes, y pude comprobar dos agarres espectaculares, donde los perros mantuvieron una fuerte disputa con varios jabalíes, saliendo triunfadores de su trabajo; en una de estos lances, un mastín recibió un “navajazo” en un intento de huida de un jabalí; por suerte, sólo le tuvieron que dar unos puntos en una de las patas traseras. El dueño del perro, nos contó también que había visto a un jabalí, dar un “navajazo” a un cazador, cuando este, creyendo que estaba agonizando, intento dar muerte al “guarro” con un machete. Tuvo que recibir mas de 50 puntos de sutura en una de sus piernas.
Son muchas la anécdotas que existen sobre la caza con perros, y podríamos llenar páginas enteras con sus hábitos de búsqueda, su forma de morder a la pieza, o su forma de avisar a los cazadores sobre la presencia de caza, pero eso lo dejaremos para otro momento. Pero destaco sobre todo, el trabajo incansable de los sabuesos desde primera hora, siendo fieles a las labores encomendadas y constantes en su trabajo, hasta el toque de retirada, la fuerza de los mastines, que hacen ceder al mayor de los “guarros”, y a la gran comida que nos dimos, en este día que, a pesar del frío reinante, fue intenso y lleno de grandes sensaciones

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