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CARTUCHO Y ARMA PARA LA FAUNA SUDAMERICANA.

miércoles, 26 de mayo de 2010


¿Existe un solo rifle y cartucho para toda la fauna Sudamericana?

El JAGUAR ES EL FELINO MÁS GRANDE DE AMÉRICA DEL SUR Y CENTRAL. CONOCIDO COMO JAGUARETÉ, SU CAZA ESTÁ PROHIBIDA, NO ASÍ LA DE SU PARIENTE MENOR, EL PUMA, O LEÓN AMERICANO.

En éste continente existen todavía tantas combinaciones entre las diferentes presas y tipos territorios en que se las encuentra, que resulta difícil escoger la combinación correcta de cartucho y mecanismo de acción, y más difícil resulta aún seleccionar un solo conjunto que nos satisfaga para utilizar ante todas las presas, terrenos, gustos personales y bolsillos.

La fantasía de encontrar esa combinación perfecta para todas las ocasiones, no pasa de ser eso, una vieja fantasía que aún hoy nadie pudo concretar. Ni en éste continente ni en ningún otro.

No existe, por el momento, el arma y el cartucho que puedan ser considerados como "todo terreno y universales", que sirvan tanto para tratar con búfalos iracundos a corta distancia o con ciervos escurridizos en plana montaña. De la misma manera, tampoco hemos logrado que las escopetas, que tan buen servicio prestan en los pantanos, logren repetir la hazaña en las llanuras. Simplemente las distancias de disparo, el tipo de terreno o el carácter de la bestia no siempre se prestan para ello.

Lo que sí existen son algunas combinaciones de arma y cartucho que pueden funcionar aceptablemente en la mayoría de las situaciones. El quid de la cuestión pasa por aceptar que en ocasiones uno deberá adaptar su arma a la situación lo mejor que pueda, y que ésta distará mucho de ser lo ideal para el momento, ya que de lo contrario la variante que nos queda es poseer más de un arma, no siendo ese el objetivo de ésta nota.

Habiendo aceptado la premisa anterior partiremos de un análisis metódico para encontrar la mejor combinación posible y que más se acerque a nuestra expectativas cinegéticas.

Para ello recurriremos a la descripción de cada uno de los sistemas operativos y de los cartuchos más comunes, además de algunos puntos clave que deben de ser tenidos en cuenta al momento de escoger. Por su lado e el autor dejará saber cual fue su elección, de modo que la misma sirva de guía, pero sin intentar pretender que ésta sea la mejor combinación para cada uno, dejando al lector para que decida cual es el complejo mecanismo de acción y cartucho que resulte más conveniente para sus aspiraciones y posibilidades.

Consideraciones generales.

Escoger un arma adecuada significa seleccionar el mejor cartucho, mecanismo de acción, sistemas de puntería, tipo de gatillo, largo del cañón y material de la culata, para lo cual nos basamos en las siguientes consideraciones previas: a) peso, grado de peligrosidad y resistencia física de la presa, b), distancias de disparo, c), condiciones de tiro y tipo de terreno dónde se desarrollará la cacería, d), acceso a la compra de munición, e), preferencias personales y f), posibilidades económicas.

Nos concentraremos en los tres primeros grupos factores, aquellos dependientes de las presas y su hábitat, ya que los tres últimas variables están sujetas a variación es personales y de cada país.

PESO, RESISTENCIA Y AGRESIVIDAD.

Tres factores fundamentales al momento de escoger cartucho para el arma.

Búfalo de la India. Esquema de las zonas letales frontales. Diagrama anatómico:: Rojo; corazón y grandes vasos (carótidas), amarillo; pulmones, blanco; columna vertebral y cerebro. Presas de estas características físicas representan el tope de peso y peligrosidad de nuestra fauna, y requieren de cartuchos de la clase 8,65 milímetros (.338) en más y de puntas de caza cuidadosamente seleccionadas según el flanco que presente el animal.

Las animales de caza existentes en la porción Central y Sur del continente Americano van desde los zorros hasta los búfalos de agua, esto es desde los 5 kilogramos hasta los 1.200, y con modales sociales muy diferentes. En el medio se hallan los pecaríes, diferentes ciervos, el puma, el jabalí y hasta los yacarés, sin contar a los prohibidos yaguaretés y los tapires. Todos ellos, con excepción del búfalo y el yacaré, son animales considerados de piel fina y de mediana resistencia al impacto y penetración. A los dos felinos se les puede agregar el mote de "peligrosos" aunque solamente en determinadas circunstancias no habituales.

Aceptando la premisa de que en nuestro continente las presas de caza mayor más pequeñas no superan los 5 kilogramos, y que las mayores alcanzan y pasan la tonelada, y que pueden exhibir un mal humor y deseos de venganza exacerbados, la elección del cartucho recaería sobre un cartucho de los denominados "small bore" como el .338 Winchester Mágnum, aceptando todas las limitaciones de ésta elección.

Esto es, reconociendo que el cartucho para presas de hasta 200 kilogramos es un derroche de energía absoluto, y que los disparos tendrán que hacerse con la munición más liviana que el calibre soporte, 200 grains, expansiva pero dura, a fin de no dañar más tejido del estrictamente necesario.

Eso cubriría con creces, en lo que se refiere a energía y alcance terminal efectivo, el espectro de las presas "livianas". En cuanto al otro extremo, el de los "pesados", particularmente el búfalo, la selección debería inclinarse por las puntas más robustas que el calibre pueda disparar, que son las de 275 grañís, sólidas o aquellas expansivas diseñadas para los animales africanos.

Tratándose de animales tan grandes y peligrosos, y resultando tan marginal el peso y el diámetro del cartucho, habrá que esmerarse con el emplazamiento del primer disparo, tratando de romper huesos, articulaciones y tejidos nobles en un mismo tiempo, y sí las cosas no salen como esperamos, y el animal decide cargar, dispararle al testuz con munición sólida hasta abatirlo, amen de rezar.

Esto significa que sí uno sale a cazar búfalos con un .338, el primer disparo sobre un animal tranquilo se debe de dirigir a las costillas, lo cual se levará a cabo con munición de punta expansiva, pero dura, como las Barnes X, capaz de romper huesos y luego penetrar profundamente.

Los dos disparos de reserva (en el almacén del arma), serán de puntas sólidas, ya que indefectiblemente, y sí el animal no perece en los primeros minutos, el duelo terminará con una carga.

Indudablemente en estas condiciones un .375, un .416, y particularmente un .458 serían más aptos, pero dijimos que el objetivo era de emplear un solo cartucho para todo, de modo que un .338 W.M. con puntas Speer o Nosler para el primer disparo, y Barnes Sólidas para lo que venga atrás, es la repuesta.

SISTEMAS, DISTANCIAS, TIPO DE TERRENO Y CONDICIONES DE TIRO.

El criterio fundamental para escoger el mecanismo de acción es la velocidad con la cual se requiere un segundo disparo, pero sin olvidar las presiones que desarrolla el cartucho seleccionado.

Tres "poderosos " entre los más pesados: de izquierda a derecha .300 WM, .338 WM y el venerable .375 H & H. El central es el que más se acerca al cartucho "todo terreno".

Una de las ventajas del .338 Winchester Mágnum, es que no debemos preocuparnos por la energía que desarrolla a cualquier distancia de disparo hasta los 400 metros, o por su alcance efectivo, que es también de 400 metros. El problema surge antes los disparos a corta distancia, en espacios cerrados.

Por su diseño, el .338 requiere de un cañón de al menos 24 pulgadas, lo cual no convierte al arma en la más indicada para moverse por el monte. Se podría recortar el arma, pero el rebufo y el retroceso cobrarían su peaje al instante.

Estos cartuchos de alta velocidad, en ocasiones no funcionan adecuadamente a cortas distancias, dónde un proyectil liviano y de construcción endeble puede estallar en la piel del animal a causa de la alta velocidad que acarrea, causando solamente una herida superficial.

Bien, el .338 WM sería entonces el cartucho más cercano al mítico todo terreno, sin olvidar los problemas mencionados, amén de su costo y retroceso, y de que ésta munición no se adquiere en cualquier almacén de campo como se hace con la del .308.

En cuanto a los sistemas operativos de las armas, el clásico cerrojo parecería ser el que mejor se adapta a todas las situaciones, aunque también con sus limitaciones y contras.

La elección de la acción recaería sobre una Máuser Modelo 98 por los siguientes motivos. Si bien la misma no tiene la velocidad de una acción semi automática, un doble, o de los sistemas a palanca y trombón, posee algunas otras "pequeñas" ventajas.

Además de ser robusta como ninguna de las anteriores, y la más confiable entre todos los sistemas de repetición, en manos habituadas a su uso es lo suficientemente veloz como para cumplir sin faltas.

Con una alimentación asegurada, aún se esté cabeza abajo, lo cual otras acciones no pueden prometer, y una extracción impecable gracias a su uña extractora, que muchas otras no poseen, es la acción que en mayor cantidad se ha fabricado en la historia, por lo cual siempre ha sido la número uno al momento de elegir el mecanismo de acción de las armas deportivas de calidad. Eso, simplemente, lo dice todo.

Que un doble es más rápido no existen dudas. Pero un doble es más pesado, tiene una capacidad limitada a dos disparos consecutivos y cuesta mucho más. Además de esto un doble no puede ser calibrado para disparar con precisión más allá de los 100 metros, y tampoco está pensado para eso.

Los semi auto suelen encasquillar, pesados, más caros y resultan menos resistentes, limitando en el abanico de los cartuchos que se pueden emplear con ellos, comentario que salvo por lo referente al peso del arma, pude aplicarse a los rifles de trombón y palanca.

Indudablemente el peso y resistencia al impacto de las presas afectan directamente la selección del mecanismo de acción del arma.

Las armas de un solo tiro, como el Ruger número Uno y otras similares, son muy precisas, resisten a altas presiones de trabajo, resultan cortas y muy maniobrables, pero adolecen de un serio defecto dentro del monte: no disponen de un segundo cartucho rápido, lo cual, y como única arma, quedan descartadas.

Las escopetas, con cualquier sistema, doble, simple, semi automática, trombón o cerrojo, con o sin cañón rayado, tampoco pueden ser tomadas en consideración por su corto alcance, aunque dentro del monte resultan insuperables.

A continuación se presenta un sistema de selección basado en el peso de la presa.

Calibre. Peso Presa. Mecanismo de acción. Monte. Pradera. Montaña.

.30 Hasta 150 kg. Cerrojo, Palanca. Ambos aptos. Preferible Cerrojo. Cerrojo apto.

.338 W.M. 150 a 300 kg. Cerrojo, Simple. Cerrojo apto. Ambos aptos. Ambos aptos.

.375 H & H. > a 300 kg. Doble y cerrojo. Doble ideal. Doble y Cerrojo.

Para animales no peligrosos, que requieren de cartuchos medianamente potentes, cualquier sistema funciona bien. No así para los peligrosos, que demandan de cartuchos con mucha carga expansiva, que a su vez requieren de armas con sistemas muy resistentes, lo cual nos deja con tres alternativas: los fusiles de un tiro, los dobles y aquellos a cerrojo.

Salvo los rifles dobles, que solamente por su velocidad de disparo son los ideales en situaciones extremas, los otros dos se prestan para la caza de estos animales, pero a sabiendas de que o disponemos de un solo tiro, o que a en el mejor de los casos de tres de ellos, pero disparados desde un sistema a cerrojo, que es más lento que el rifle doble.

Aceptando entonces estas limitaciones, la acción escogida recaería sobre una de cerrojo de entre las mencionadas previamente. Bien, tenemos entonces el cartucho y la acción. ¿Qué nos queda por escoger?

CULATAS, CORREAS Y ANCLAJES.

De la culata depende en ocasiones la precisión del arma, y de la ubicación de los anclajes la comodidad para su transporte.

Las culatas de madera como ésta no son las ideales en lugares húmedos, sin embargo el autor las prefiere. Nótese los detalles del segrinado.

Hasta aquí todos los argumentos de selección fueron basados en la lógica y los ranking de ventas, pero en dónde por lo general la razón fracasa es cuando se entra en el campo de la estética, esto es en la elección de la culata y las correas. Nadie es perfecto, pero Ud. no tiene porqué cometer los mismos errores (que el autor).

Contra lo que cualquiera diga, las culatas y correas sintéticas son muy superiores a la madera y el cuero, al menos en cuanto a funcionalidad se refiere. Las culatas sintéticas, aunque no precisamente bellas, no cambian el punto de impacto del arma, como lo hacen las de madera cuando absorben o pierden humedad. Y tampoco se embeben en aceites y limpiadores, que los animales ventean con tanta facilidad, concepto que también se aplica a la correa.

Lo que sí tiene las culatas de madera y las correas de cuero, es su enorme belleza. Por otro lado, las culatas sintéticas también pueden cambiar el punto de impacto y son sensibles a ciertos agentes ambientales, como el calor extremo. Pero esto es algo que difícilmente ocurrirá y solo puede emplearse como una buena excusa para no aceptar una culata sintética.

Los anclajes para la correa son un detalle al cual se le presta poca atención. El posterior se coloca sobre la culata a mitad de camino entre el arco del guardamonte y la cantonera. En los fusiles con retroceso marcado, el anclaje anterior es conveniente fijarlo en el cañón y no sobre la madera por dos razones prácticas. El primero de ellos es el proteger la mano que lidera del retroceso durante el retroceso.

El segundo motivo para colocar el anclaje sobre el cañón es el de permitir que cuando se cuelga el arma del hombro para caminar el monte, el cañón no sobresalga tanto por encima de éste. El detalle hace más fácil y silencioso el tránsito en lugares con ramas.

Así como un cañón rematado con una buena corona ayuda a obtener mayor precisión, una buena cantonera de goma hace lo mismo, aunque esto último suele no ser necesario en calibres medios. Lamentablemente una cantonera cambia el pull del arma cuando se utilizan prendas de abrigo gruesas, factor a considerar.

Estos detalles, tal vez considerados menores, son importantes. Recuerde que si ésta será su única arma, debe de acercarse en lo posible a la perfección, aunque se cometan errores imperdonables, como el de utilizar una culata de madera y una correa de cuero.

LOS SISTEMAS DE PUNTERÍA.

Sólo las discusiones sobre cual es el mejor cartucho superan a las que se suscitan sobre el sistema de miras a emplear.

Mira ortóptica montada sobre un .375 H & H. Éste tipo de aparato de puntería, debido a la rápida captación del blanco supera a las miras ópticas en las en situaciones de riesgo de la caza mayor peligrosa.

Pero mantengamos la argumentación simple y libre de elucubraciones académicas. En materia de miras, todo depende cómo se caza; al acecho o al rececho, de día o de noche y a que distancias. También incide, y en forma determinante, la visión del paciente y su edad.

Veamos primero esto último, que es lo más complejo de entender y lo más sencillo de solucionar .

El ser humano presenta diferentes problemas visuales que requieren del uso de diferentes miras para lograr la mejor visión posible. Sin entrar en detalles médicos, tentación en la cual podría caer fácilmente por ser oftalmólogo, los dividiremos de la siguiente manera:

Tipo de visión. Tipo de mira a utilizar.

Emétrope (visión normal). Abierta (A), ortóptica (Or), óptica (O).

Hipermétrope, menor 35 años. A, Or, Op.

Hipermétrope, mayor a 35 años. Or, Op.

Miope (ve bien cerca y mal lejos). Op.

Astigmatismo hepermetrópico. O, Op.

Astigmatismo miópico. Op.

Cataratas, presbicia. Or, Op.

El hipermétrope ve muy bien de lejos hasta los 45 años, y comienza a ver mal de cerca de partir de los 35. La presbicia es el fenómeno por el cual a partir de los 40 años las personas hemétropes precisan utilizar gafas de lectura.

El cuadro anterior es una guía grosera, pero servirá al cazador con problemas visuales para buscar con fundamento al momento de escoger sistemas de puntería, y en el 95% de los casos debería bastar para resolver su problema de una forma práctica.

Los sistemas de miras son tres: abiertas, ortópticas y ópticas o de aumentos.

De los tres tipos, las miras abiertas son las menos precisas, al menos entre los cazadores. Sin embargo,, una mira abierta supera ampliamente a una óptica dentro del monte, ya que permite una captación más rápida del blanco. En ese sentido, una mira óptica puede representar un inconveniente serio en espacios reducidos y con maleza.

La mira ortóptica es muy precisa, permite una rápida captación del blanco, es más liviana que las ópticas pero, al igual que las abiertas, no es factible su empleo durante la noche.

Las miras ópticas presentan dos ventajas: permiten observar el blanco con mayor nitidez, lo que hace factible los disparos a distancias relativamente largas, y pueden emplearse de noche bajo ciertas condiciones mínimas de luz.

Por otro lado, las miras ópticas agregan un peso considerable al arma, son más costosas, requieren de mantenimiento y son proclives a fallar en el peor lugar y momento.

Las miras fijas de pocos aumentos, hasta 4 X, son ideales para la caza de rececho, por su menor peso y porqué es más sencillo apuntar con bajos poderes dióptricos que con altos. Pero, por ser menor su entrada de luz, 32 mm, no se adaptan tan bien a la caza nocturna.

Por otro lado, las miras de altos aumentos y gran salida, como podría serlo una 9 a 16 X 56 mm, son pesadas y diseñadas para el tiro al blanco más que para cazar, aunque pueden adaptarse al acecho, particularmente el nocturno. Los pro y contras son interminables, pero para eso existen las miras variables, que si bien no poseen todas las cualidades de ambas, son también las de mayor aceptación entre los cazadores en las siguientes características; 3 a 9 aumentos por 45 mm.

Las mismas pueden ser utilizadas en 3 X cuando se rececha, teniéndose siempre la posibilidad de aumentar el poder hasta 9 X en casos que la presa se presente a distancia considerable. Y si bien no tienen la luminosidad de una mira con 56 mm de entrada, pesan menos que éstas. Además y esto es importante, utilizadas en 5 X proveen de tanta entrada de luz como la pupila humana puede aceptar. Una mira de 3 a 12 por 56 mm, sólo puede ser utilizada en forma correcta con un máximo de 6 X durante la noche, lo cual no es ninguna ventaja apreciable.

Uno de los dogmas universales del pasado era que solamente las miras muy caras y de origen europeo eran capaces de brindar buena luminosidad y claridad de imagen. Eso pudo haber sido cierto 5 décadas atrás, cuando el dominio del mercado y la tecnología estaba en manos de unos pocos fabricantes.

Con la nueva globalización de la tecnología, ese dogma pasó a ser un mito, o mejor aún, un mero argumento de ventas basado en un nombre comercial, ya que existen aparatos ópticos de puntería de diversos orígenes que proveen exactamente las mismas prestaciones, como también existen algunos europeos de muy mala calidad.

Pero, también es cierto que uno ve por lo qué pagó, de modo que recuerde que miras extremadamente baratas, ya sean europeas o no, no ayudan.

EL GATILLO, LA LONGITUD DEL CAÑÓN Y LA CORONA DEL MISMO.

El gatillo.

Un gatillo de caza debe de ser sensible a la presión, que quiebre a nuestra voluntad, y no no cuando él desee sorprendernos.

Tornillo de regulación de la presión de quiebre del gatillo (anterior). El gatillo posterior, a la izquierda, sirve para montar el sistema.

Esto resulta importante al momento de poder colocar el primer disparo dónde y cuando corresponde. Si bien es cierto que existen varios sistemas de gatillos, y que los gatillos dobles pueden dar lugar a confusiones en aquellos no habituados a su uso, es un placer disparar con los mismos. Los demás sistemas mono gatillo, como el Timney de caza, son también excelentes y de bajo costo, pudiendo haber sido otra opción.

El gatillo de la fotografía es un Obendorff, fabricado en la década de 1935, aunque aún extremadamente sensible y preciso. El mismo puede ser regulado en forma sencilla y en el momento que así se desee y sin necesidad de herramientas mediante el tornillo convenientemente ubicado entre ambos gatillos (ver fotografía).

Longitud y corona del cañón.

De la longitud del cañón depende en parte el alcance del proyectil, mientras que de la corona lo hace la precisión del arma.

El último punto a considerar entonces es el largo del cañón del arma, que en el pasado ha sido motivo de limitaciones e incordio para los cazadores.

Con el empleo de las pólvoras antiguas, esto es hasta 1905 en Alemania, y hasta 1920 en USA, ese largo no debía bajar de las 29 pulgadas para poder aprovechar el potencial del cartucho al máximo. Esa longitud, que aumentaba considerablemente el peso del arma, también la hacía ostensiblemente menos maniobrable dentro de lugares cerrados.

Con las pólvoras actuales, una longitud de 22" (56 cm) es suficiente, y en el peor de los casos, como en la montaña, todo lo que realmente se precisa son 24 pulgadas. Muy pocos cartuchos en la actualidad requieren de cañones de 26 pulgadas para poder desarrollar toda su energía, como el .264 Winchester Mágnum y de algunos de los cartuchos de Weatherby, siendo quizá éste el motivo por el cual nunca fueron realmente populares.

El paso de estría ideal para un arma preparada para disparar puntas de 200 a 275 grains es de 1 en 10 pulgadas, y con cuatro estrías será suficiente.

Por último, una buena corona que proteja las estrías en la boca del cañón es un detalle de calidad que no debe de ser pasado por alto. Recuerde que en el momento en que el proyectil abandona el arma, una estría desgastada o deformada tendrá incidencia directa sobre la precisión.

Tornillo de regulación de la presión de quiebre del gatillo anterior que funciona como gatillo al pelo. El gatillo posterior, a la izquierda, sirve para montar el sistema.

Esto resulta importante al momento de poder colocar el primer disparo dónde y cuando corresponde. Si bien es cierto que existen varios sistemas de gatillos, y que los gatillos dobles pueden dar lugar a confusiones en aquellos no habituados a su uso, es un placer disparar con los mismos. Los demás sistemas mono gatillo, como el Timney de caza, son también excelentes y de bajo costo, pudiendo haber sido otra opción.

El gatillo de la fotografía es un Obendorff, fabricado en la década de 1935, aunque aún extremadamente sensible y preciso. El mismo puede ser regulado en forma sencilla y en el momento que así se desee y sin necesidad de herramientas mediante el tornillo convenientemente ubicado entre ambos gatillos (ver fotografía).

Longitud y corona del cañón.

De la longitud del cañón depende en parte el alcance del proyectil, mientras que de la corona lo hace la precisión del arma.

El último punto a considerar es el largo del cañón del arma, que en el pasado ha sido motivo de limitaciones e incordio para los cazadores.

Con el empleo de las pólvoras antiguas, esto es hasta 1905 en Alemania, y hasta 1920 en USA, ese largo no debía bajar de las 29 pulgadas para poder aprovechar el potencial del cartucho al máximo. Esa longitud, que aumentaba considerablemente el peso del arma, también la hacía ostensiblemente menos maniobrable dentro de lugares cerrados.

Con el empleo de las pólvoras actuales, una longitud de 22" (56 cm) es suficiente, y en el peor de los casos, como en la montaña, todo lo que realmente se precisa son 24 pulgadas. Muy pocos cartuchos en la actualidad requieren de cañones de 26 pulgadas para poder desarrollar toda su energía, como el .264 Winchester Mágnum y de algunos de los cartuchos de Weatherby, siendo quizá éste el motivo por el cual nunca fueron realmente populares.

El paso de estría ideal para un arma preparada para disparar puntas de 200 a 275 grains es de 1 en 10 pulgadas, y con cuatro estrías será suficiente.

Por último, una buena corona que proteja las estrías en la boca del cañón es un detalle de calidad que no debe de ser pasado por alto. Recuerde que en el momento en que el proyectil abandona el arma, una estría desgastada o deformada tendrá incidencia directa sobre la precisión.

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